METRÓPOLIS
El mediador
entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón
Metrópolis, de Fritz Lang, estrenada en 1927,
es una película muda, rodada con medios rudimentarios,
sin embargo, continúa siendo una de las
películas artísticamente más impecables de todos los tiempos, desarrollada en una inmensa ciudad del siglo XXI, llena de lujos y opulencia, en la que la población se
dedica a actividades filosóficas y de ocio. Sin embargo, oculta una terrible realidad:
funciona gracias a una clase trabajadora, que vive esclavizada en una ciudad
subterránea, sin ver el sol, explotados en interminables turnos sin pausas.
A lo largo de la película el director austriaco Fritz
Lang, hace una crítica al capitalismo, donde el ser humano es transformado en
una máquina de producción que viola su territorialidad
del yo, pues al ingresar en ella su nombre es reemplazado por un número; su
ropa por un overol; y su voz se muestra ausente ante el patrón, pero a la vez hace una crítica a la revolución socialista que se expresa en las actitudes de
dos personajes, María y Freder, quienes rechazan cualquier acto trasgresor y
piden sólo acciones totalmente pacíficas, este acto de paz es obstaculizado por
la mente malvada del burgués Rotway al crear el SER MÁQUINA, cuyo fin es manipular ,
controlar y desorganizar a los obreros , quienes llenos de euforia olvidan al
"intermediario" y se desfogan en un descontrol total que genera la
destrucción de las máquinas y por ende la paralización de la producción.
Finalmente, surge una interrogante ¿Este tipo de desigualdades
terminarán con un acuerdo?, no porque el cerebro (opresor) y las manos (oprimido)
no se van a unir por la falta de corazón, pero aquí existe el mediador (clase
media), que les muestra el camino hacia el otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario